By Daniel Ross Dieguez
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Lina: Pero chacha que haces que no estás haciendo las maletas, el avión no espera.
Chacha: señora disculpe, pero eso es muy cómico.
Lina: Que es lo cómico, tu sabes que me revientan los chiste, yo soy una mujer dramática.
Chacha: señora es tan cómico.
Lina: pero acaba de empezar mujer.
Chacha: Ayer falleció, víctima de cruel dolencia, la honorable prostituta doña Asunción Marticorena, viuda de Valladares, a la edad de 100 años. Que Dios la tenga en su santa gloria.
Lina (comienza a llorar de forma desenfrenada)
Chacha: Pero señora usted la conocía, yo creo que no.
Lina: Claro que no la conocía, si la hubiese conocido mis carcajadas se oirían en china.
Con fragmento de este texto comenzó ¨Siempre se olvida algo¨ obra del dramaturgo Cubano de Virgilio Piñera, bajo la dirección artística y general de Amaranto Pérez Ramos. Presentado por el Teatro Dramático de Guantánamo, una obra que tiene de trasfondo situaciones críticas de la memoria antes de realizar un viaje. Sus intérprete se mueven entre la farsa y el absurdo, característica fundamental de esta obra considerada como teatro menor de Virgilio pero que sabe mostrar al cubano real, su idiosincrasia a pesar de su condición social.
Los actores aparecen de forma escalonada en toda las escenas, centralizan sus desgracias en hacernos reír, en recordarnos las costumbres de los años 50 y como la mujer cubana se ríe de sus torpezas y para no recordar recure a olvidarlos desde una repetición que parece tenerlos más en cuenta.
El espectador encuentra momentos de gozo en la belleza femenina en los pocos instantes de calma en donde La señora y la criada, despojadas de sus tacones, se sientan juntas a masajearse los pies.
Las vacilaciones por el olvido de las pertenencias de los personajes cuando van de viaje son el desarrollo de Siempre se olvida algo. La obra decide dejar olvidado, toma un punto de desigualdad en los modos de tratar a las criadas por sus amas y la sátira aumenta entre una vacilación entre las señoras.
El conflicto de la obra está dado cuando la señora Lina decide dejar olvidado a exprofeso el yodo y las aspirinas con el único objetivo de molestar a la señora Camacho, celebre por nunca olvidar nada. Situaciones de enredos marcan esta puesta que se complica al llegar la señora Camacho, que por descuido de su criada pone un plátano en la maleta.
Anacronismo para los equipajes de viaje y este a su vez es un elemento que crea asombro en las pertenencias y que ocupa malicia en el modo de ver entre ellas.
El absurdo toma puntos eróticos en situaciones y las señoras se burlan en todo momento. Aunque este elemento no es el original pues el autor había escogido un boniato. El director decide cambiar el elemento ya que el original le mostraba miles de lecturas a partir de los nombres de los personajes Señora Camacho y su criada Tota.
El cuerpo destartalado de un hombre que huye de un marido burlado entra a la casa en calzoncillo, creando entre las señoras desajustes emocionales por lo que deciden tapar su desnudes con un vestido de mujer, pues en la casa no hay ropas masculinas.
Para una excelente obra es deficiente la técnica del teatro el cual no cuenta con luces en el escenario, solo por torres de forma frontal y un audio que no responde a las exigencias del teatro, sin embargo considero que es una de las mejores salas con que cuenta en esta ciudad pero que ha sido desprotegida y mal atendida por los órganos competentes.
Personajes:
Señora Lina: Claudia Urrutia
Chacha: Delia Balón
Señora Camacho: Caridad González
Tota: Idalmis Ramírez
Desconocido: Fermín Francel.
Daniel Ross Dieguez en La presilla del Cemí
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